Los inicios: de la agencia de diseño al sueño global

Iban Borràs se define a sí mismo como “un chaval de pueblo” que decidió estudiar Bellas Artes y acabó cofundando una de las soluciones de gestión de información de producto más avanzadas del mercado. Desde muy joven ha vivido entre el diseño, las artes y la programación, un triángulo que acabaría encajando de forma natural en Sales Layer.
Antes de emprender, dirigía una pequeña agencia con la que realizaba proyectos a medida para clientes. Sin embargo, esa etapa tenía un límite claro: nunca podía llevar los trabajos tan lejos como le hubiera gustado. Los clientes no estaban dispuestos a pagar por ese “extra” ni a valorar el alcance completo de lo que él imaginaba. Esa sensación de techo de cristal fue el caldo de cultivo que acabaría empujándole a dar el salto.
La pieza que faltaba fue el ecosistema emprendedor. En un evento, trabajando todo un fin de semana en la idea de otra persona, sin cobrar, e incluso pagando por estar allí, Iban descubrió que aquel era su lugar. Conoció a Álvaro, que luego sería su socio, empezaron a coincidir en diferentes iniciativas y a hacerse amigos. A partir de un proyecto para una gran empresa cerámica de Castellón, se dieron cuenta de que existía un problema enorme sin resolver en la gestión de la información de producto.
El “día uno” de Sales Layer llegó en la terraza de un café en Castellón. Álvaro lanzó una pregunta tan ambiciosa como directa: “¿Estarías dispuesto a montar una startup conmigo de gestión de productos para todas las empresas del mundo?”. Iban se rió, consciente de la locura que suponía pasar de un proyecto para un cliente concreto a una solución genérica para un problema global. Pero la respuesta fue clara: “Ya sabes que estoy loco. Vamos”. Cerró su estudio, su socio hizo lo mismo y ambos se tiraron de cabeza al vacío de la startup.
La empresa hoy: simplicidad radical en un producto extremadamente complejo
Sales Layer nace para resolver un dolor muy concreto: la gestión de la información de producto en empresas que viven rodeadas de catálogos, proveedores y referencias imposibles de mantener actualizadas. La propuesta de valor es clara: conectar todas las fuentes de datos de producto, limpiarlas y transformarlas en información lista para alimentar cualquier canal de venta o plataforma de negocio, desde Amazon y Shopify hasta e-commerce propios o integraciones con fabricantes y distribuidores.
La mayoría de sus usuarios son perfiles de marketing y ventas, no técnicos. Ahí es donde la visión de producto marca la diferencia. Sales Layer permite que alguien sin conocimientos de bases de datos pueda trabajar con estructuras complejísimas de forma intuitiva y cómoda. Iban recuerda recientemente la visita de un gran cliente del sector calzado que destacaba, por encima de todo, algo aparentemente sencillo: ver al equipo de marketing disfrutar trabajando con la herramienta. Esa experiencia de uso es consecuencia de una decisión muy consciente: asumir toda la complejidad técnica para que los usuarios no tengan que hacerlo.
Un ejemplo lo ilustra bien: cuando un cliente importa un CSV, el sistema no le pregunta por codificaciones ni parámetros técnicos; simplemente funciona. Por debajo hay mucha ingeniería, pero para el usuario todo se traduce en fluidez. “Hacemos lo mismo que nuestros competidores, pero de forma lógica, simple y automática”, resume Iban.
En los últimos años, la gran disrupción ha venido de la mano de la inteligencia artificial. Clientes que nunca se habían planteado ciertas tareas ahora las dan por posibles e incluso necesarias. De repente, se vuelve razonable esperar que una plataforma pueda mejorar la descripción de cientos de miles de referencias de producto, generar imágenes o abrir nuevos canales de venta de forma casi automática. Para Iban, esto ha marcado un antes y un después: quien no sea capaz de transformarse en un “sistema agéntico inteligente” tendrá muy difícil sobrevivir.
De cara a 2026, Sales Layer se ha fijado un objetivo muy concreto: convertirse en el PIM agéntico e inteligente de referencia, una plataforma expandible sobre la que partners y clientes puedan construir lo que imaginan. La revolución del “Vibe Coding”, crear aplicaciones sin conocimientos profundos de programación apoyándose en IA, encaja perfectamente con su visión: desde comparadores de precios en tiempo real hasta generación de imágenes y vídeos de producto en distintos escenarios, todo apoyado en el núcleo de datos de Sales Layer.
El camino con Swanlaab: compañeros de viaje
La relación con Swanlaab comenzó cuando Sales Layer llevaba algo más de tres años de vida. Para Iban, fue “un enamoramiento casi inmediato”: por un lado, el equipo del fondo vio con rapidez el potencial y la disrupción del producto; por otro, el equipo fundador se sintió muy cómodo con su forma de invertir y acompañar proyectos.
Más allá del capital, el valor ha estado en el conocimiento. Iban destaca especialmente el apoyo en el diseño de su engine comercial y en la construcción de equipos de ventas, un área crítica para cualquier SaaS B2B que aspira a escalar. A eso se suma el acceso a nuevos agentes del sector, tanto a nivel de negocio como de posibles socios en futuras ampliaciones de capital.
Si tuviera que resumir la relación en una frase, Iban la define sin dudar: “Compañeros de viaje”. Y el consejo que daría a cualquier founder que se plantee incorporar a Swanlaab es sencillo: aprovechar al máximo esa experiencia para construir un motor comercial sólido y hacer la transición ordenada hacia convertirse en una scaleup.
Detrás del founder: disfrutar aprendiendo, aunque duela
Cuando se le pregunta qué es lo que más disfruta de ser founder, Iban reconoce que es difícil hablar de disfrute cuando “todo son marrones”. Sin embargo, tiene una brújula personal muy clara: antes de empezar algo nuevo, se pregunta qué va a ganar aunque todo salga mal. La respuesta casi siempre es la misma: conocimiento.
Venir de un pueblo pequeño, decir en casa que quiere ser artista y acabar liderando una startup tecnológica global no ha sido un camino evidente. Pero precisamente por eso, cada aprendizaje tiene un valor especial. Para él, el emprendimiento es una forma de elevar la visión del mundo, a costa de asumir sufrimiento y renuncias.
El lado más duro llega cuando hay que tomar decisiones que afectan directamente a personas y familias. Ahí aparece su metáfora favorita: la empresa como un organismo formado por muchas células. A veces es necesario “amputar un pequeño dedo para salvar el resto”. No es sencillo, pero forma parte de la responsabilidad de liderazgo.
Para gestionar la presión, Iban se apoya en una idea que ha visto repetirse en muchos otros fundadores: la existencia de un bien común por encima del individuo. Ese enfoque le ayuda a priorizar decisiones complejas. Al mismo tiempo, combina la inevitable cabezonería del emprendedor con una voluntad clara de dejarse asesorar: advisors, socios, gente senior del equipo… Escuchar, aunque incomode, se ha convertido en un hábito esencial.
Propósito y Futuro: IA, arte y transgresión

Pocas cosas entusiasman tanto a Iban como la revolución de la inteligencia artificial. Habla de este momento como “uno de los más emocionantes de la historia de la humanidad” y ve herramientas como ChatGPT como la materialización de toda la cultura y el conocimiento humanos empezando a hablar con nosotros. Para alguien con una inclinación natural a la curiosidad, es terreno fértil.
En paralelo a Sales Layer, está trabajando en un plan que combina intuición, lógica profunda y matemáticas avanzadas, con elementos de topología y numérica. Proyectos que hace apenas dos años le habrían parecido inalcanzables hoy son parte de su día a día gracias a la IA. Y, como artista de origen, sueña con volver a crear obras de arte impulsadas por estas tecnologías, buscando esa sensación de “magia pura”.
Cuando piensa en consejos para futuros emprendedores, vuelve al tema de los socios: muchas startups se rompen por falta de cohesión en el equipo fundador. Su recomendación es tajante: dejar el ego fuera. Sin esa renuncia, es imposible escuchar, rectificar y seguir avanzando. También reivindica la necesidad de que, una vez tomada una decisión importante, el resto del equipo fundador se alinee por el bien común.
En cuanto a cómo le gustaría ser recordado, Iban no aspira tanto a monumentos como a efectos secundarios: le gusta ser transgresor para provocar pensamientos en los demás, pinchar un poco para que personas a su alrededor salgan de su zona de confort y miren más lejos. Si tuviera que condensar su camino en una sola frase, elige esta: “Un chaval del pueblo que ha hecho cosas que ni él mismo imaginaba que podría hacer”.
Reflexiones finales: ilusión innata y un “lo vamos a hacer”
Al final de la conversación, Iban se queda con una idea que, según él, une a todos los emprendedores: una ilusión innata difícil de explicar pero fácil de reconocer. Esa ilusión es la que empuja a dar el salto, a seguir adelante cuando las cosas se complican y a contagiar energía al entorno.
Cualquier persona que sienta esa chispa interior, cree, tiene ya mucho de lo necesario para emprender. Compartirla y transmitirla al resto es, en su opinión, una de las mejores contribuciones posibles a la sociedad.
Si tuviera que resumir la historia de Sales Layer en una sola expresión, no recurre a tecnicismos ni a grandes declaraciones. Se queda con una frase sencilla, casi de equipo que se mira antes de salir al campo: “Lo vamos a hacer”. Una mezcla de decisión, confianza y compromiso que define tanto a la empresa como al propio Iban.


