Este mismo mes de febrero, conocíamos la primera inversión en el ecosistema agrifoodtech nacional del nuevo fondo vertical ‘Swanlaab AgriFood Tech’, gestionado por Swanlaab Venture Factory. La firma de venture capital oficializaba así el pistoletazo de salida a su actividad inversora en este incipiente segmento tech. El fondo está gestionado por un equipo altamente especializado y con dilatada experiencia en el sector agroalimentario y está acompañado de inversores con actividad industrial en el sector y capacidad de coinversión. Hablamos con Xana Belastegui para conocer el posicionamiento, la estrategia y los próximos pasos del fondo.

Alimarket Foodtech: La primera inversión de ‘Swanlaab AgriFood Tech’ ha apostado por la especialista en soluciones biotecnológicas para acuicultura KOA Biotech.

¿Qué habéis encontrado en este proyecto para dar el pistoletazo de salida a vuestro fondo?

 Xana Belastegui: Koa es una empresa muy joven y, a pesar de ello, ya han sido capaces de validar su tecnología y están empezando a comercializar su solución. Pero, sin duda, el elemento clave en nuestra decisión ha sido el equipo. Se trata de un equipo con una cualificación muy robusta, con conocimiento en distintas áreas, como la ingeniería, análisis de datos o inteligencia artificial. Además, han sabido detectar un problema muy relevante, como es la identificación de enfermedades en las piscifactorías, y han desarrollado una solución que es muy sencilla de implantar y que tiene un impacto directo en la merma de la producción acuícola. Su tecnología tiene mucha capacidad de desarrollo en un mercado que todavía está por explotar en lo que respecta a soluciones tecnológicas.

¿Qué podemos esperar de cara a 2025?, ¿qué objetivos o previsiones manejáis de cara a los próximos meses?. Y miremos aún más lejos, ¿qué horquilla temporal existe para agotar la actividad del fondo?

X.B.: Actualmente, ya hemos aprobado una segunda inversión, que se dará a conocer en las próximas semanas, y hay una tercera que también está muy avanzada y que probablemente se podrá formalizar a finales de marzo. A partir de ahí, estamos trabajando para poder cerrar otras dos inversiones más a lo largo de 2025. A medio plazo, teniendo en cuenta que la duración de los fondos de nuestro perfil suele ser de 10 años, pudiendo extenderse algo más, esto nos va a llevar a realizar el grueso de las inversiones en los primeros cuatro o seis años, con el objetivo de invertir en alrededor de 15 empresas, y a partir de ahí empezar a gestionar su acompañamiento y futuras desinversiones.

Nuestra estrategia también pasa por poder acompañar a nuestras invertidas, sobre todo en las fases de finalización de la validación del producto y entrada a mercado, dando continuidad a nuestras inversiones hasta series A o B para impulsar su actividad hasta la escala y la tracción comercial, que sabemos que es donde van a contar con una mayor necesidad de fondos y es donde hemos detectado un mayor vacío de acompañamiento a nivel nacional. Queremos estar ahí y queremos ayudar también a atraer fondos internacionales para que inviertan con nosotros, como ha sido el caso de KOA y previsiblemente en las inversiones esperadas en el corto plazo.

¿Cuál es la tesis de inversión del fondo?

X.B.: Nosotros creemos que en este sector es necesario que los fondos de venture capital puedan cubrir distintas fases, desde una etapa semilla hasta series A y B. Por otro lado, creemos que estas herramientas de inversión tienen que estar especializadas en el sector, contando con un conocimiento más técnico, de carácter comercial e industrial y que entienda los plazos que maneja este sector, además de ir de la mano de inversores que comprenden las necesidades concretas de este tipo de proyectos. El equipo gestor de nuestro fondo lo conformamos perfiles que han desarrollado su actividad en el sector y también con experiencia en gestión de empresa, en su escalado y crecimiento, y en gestión de inversiones en sectores muy tecnológicos.

Por otro lado, tenemos muy claro que a nivel tecnológico tenemos que terminar de desarrollar esa malla de empresas sólidas que afiancen su presencia a nivel nacional e internacional y que sean un soporte para el sector, porque ahora mismo no se ha generado todavía ese tejido de pymes tecnológicas potentes. Queremos ser un compañero de viaje que ayude a que esto ocurra.

Nuestro foco en este contexto pasa por invertir en proyectos que impacten en toda la cadena de valor agroalimentaria, excepto en proyectos B2C, es decir, aquellos dirigidos a producto final. Por tanto, pensamos en modelos B2B y en soluciones de tecnología propias y con capacidad de implementar cambios relevantes en segmentos determinados de la cadena alimentaria. En cuanto a la fase en la que entramos, estamos abiertos a distintos estadios de maduración. Y más allá de ser simples socios financieros, queremos entrar en las compañías para alinearnos con el equipo, tener objetivos comunes, ofrecerles recursos para la estrategia y gestión, y aportar nuestra experiencia, nuestra red de contactos y la atracción de otro tipo de financiación a los proyectos.

¿Qué tipo de inversores están siendo prioritarios en vuestra estrategia de capitalización?

X.B.: La capitalización final del fondo quedará establecida a lo largo de 2025, atendiendo a los requerimientos de la CNMV, con un target de 60 M€. Nuestra prioridad está siendo incorporar inversores ligados al sector o que de alguna manera estén relacionados con él, porque creemos que podemos aportarnos valor de forma recíproca y también a las empresas participadas. Este valor procede de un equipo especializado que proporciona una detección final de oportunidades, un análisis más detallado de las inversiones y la validación de esas tecnologías y productos para incorporarlos a la industria.

Los perfiles que estamos incorporando son family offices, inversores privados y empresas ligadas al sector, tanto a nivel nacional como europeo y latinoamericano, que entiendan que hay una oportunidad y que la tecnología de origen nacional puede jugar un papel importante como player. También tenemos otros compañeros de viaje de perfil más generalista e institucional o fondos de pensiones.

Por su parte, la apuesta del CDTI por nuestro fondo y su rol es clave, tanto por el hecho de que una de las principales entidades que apoya a la innovación tenga como prioridad del sector agroalimentario, como por el aliciente que supone para el inversor privado saber que hay una entidad de esta dimensión que confía en el trabajo de Swanlaab Venture Factory.

¿Cómo es la dinámica de trabajo en ‘Swanlaab AgriFood Tech’?

X.B.: Nuestro equipo de trabajo ya empezó a mapear el ecosistema hace aproximadamente dos años, si bien gran parte del equipo proviene de este sector y ya teníamos relaciones consolidadas con universidades, centros tecnológicos u oficinas de transferencia de tecnología. Hay que moverse mucho, hay que estar en eventos, tener redes de escucha importantes, conocer el trabajo de aceleradoras e incubadoras, etc. Lo que hacemos es ir categorizando continuamente esos nuevos proyectos. Ahora mismo tenemos identificadas entre 350 y 400 empresas o proyectos, y vamos manteniendo una comunicación activa con todas ellas.

Esa categorización se hace en función del potencial de las distintas tecnologías, atendiendo a su valor actual, pero sobre todo futuro, especialmente en su capacidad de impacto sobre problemas reales del sector, su estadio, la titularidad del know how y su capacidad para explotarlo, el tipo de protección que tiene frente a competidores. Y por supuesto, también está el alineamiento con el equipo, llevando a cabo un análisis cualitativo que nos permita conocer si existe convergencia en nuestras visiones de futuro. Si los proyectos no están en fases invertibles por fondos como nosotros, intentamos aportarles conocimiento y ayudarles a detectar herramientas de apoyo en el sector.

 Vamos a hacer un ejercicio práctico. ¿Qué tres áreas tecnológicas citarías por la relevancia de su impacto en la agroganadera y qué otras tres con foco en la industria transformadora?

X.B.: En producción primaria hay una muy clara, que es cualquier tecnología que permita ampliar la visión en las explotaciones mediante la captura de datos, con el objetivo de ampliar la base en la toma de decisiones, enfocadas a aspectos como la reducción de gastos, al incremento de la productividad y la sostenibilidad. Otra vertical serían las tecnologías que apoyen el uso eficiente del agua, que es un problema en toda la cadena de valor, pero que en el área agrícola es especialmente relevante. Y una tercera sería la valorización de subproductos agrícolas y ganaderos, convirtiendo problemas de hoy en valor de mañana.

Por su parte, en transformación alimentaria vemos que la fermentación y la fermentación de precisión van a ser muy relevantes, ya sea desde el punto de vista de las tecnologías que ayuden a mejorar las capacidades fermentativas actuales, con procesos más eficientes en energía, en el uso de diferentes materias primas o en productividad, así como tecnología de equipamiento dirigida a reducir costes de capex en este proceso, mediante el desarrollo de fermentadores más eficientes en costes. En segundo lugar, vemos que las tecnologías tipo NIR, de imagen hiperespectral, van a cambiar el funcionamiento de la industria en cuanto a análisis de calidad, sensorial e incluso incorporándolas al desarrollo de producto, porque nos permiten ver en directo cosas que hasta la fecha no éramos capaces de ver, y eso va a cambiar la forma de desarrollar procesos y productos. Por último, están aquellas tecnologías que lleven los procesos productivos a la economía circular, mediante el aprovechamiento del agua o nuevamente la valorización de subproductos en nuevos ingredientes, biomateriales o energía, por ejemplo.

Y respecto a producto final, ¿en qué áreas detectáis mayor capacidad de impacto?

 X.B.: En este terreno hay un trabajo pendiente que tiene que hacer toda la cadena alimentaria para poner en valor su trabajo a nivel de sostenibilidad o de efectos positivos para la salud, de forma que se habilite la toma de decisiones de compra informadas. No creo que vayamos a ver todavía un gran porcentaje de consumidores que tomen sus decisiones en función de estos vectores, pero si va aumentando poco a poco, estamos en ese proceso.

Nosotros creemos que hay recorrido en productos que incorporen nuevas tecnologías que reduzcan los niveles de azúcar o sal, por ejemplo mediante nuevos ingredientes que ofrezcan una experiencia de consumo similar, disminuyendo a la vez el aporte de estas sustancias. Por otro lado, también vemos que el segmento de la nutracéutica está llamado a explotar, si bien aquí también existirá una limpia de la oferta para seleccionar aquellos productos que realmente aporte mayor salud a nuestro consumo.

Y también está el sector del packaging. A día de hoy, las soluciones sostenibles que tenemos en el mercado ni se usan todo lo que serían deseable ni solventan el problema